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sábado, 7 de diciembre de 2013

Chapeau.

  

 Ni blanco ni negro.
 Ni frío ni caliente.
 Qué fácil envenenar el agua para que yo la beba.
 Mas de trescientos días.
 Casi diez mil horas.
 Medio millón de minutos y en cada minuto tú.
 Cada pensamiento de cada segundo que se va por el desagüe.
 Yo absorta observo como da vueltas y se pierde por el sumidero negro en el que nada es.
 Tan solo lo imagino.
 -Estúpida! - me dije mirando mi reflejo y mientras
trepaba sobre sillas que estaban sobre mesas para llegar al techo.
 Y escribía en el después de no quedar hueco en las paredes.
 Y entre mas te escribía mas desaparecía.
 Encogía un poco mas en cada frase hasta que no quedó imagen mía en ningún espejo.
 -Estúpida! - me dije.
 Pero ya no hay un yo.
 Solo hay un eco que retumba en estancias vacías y en espacios muertos.
 Dijiste - Como puede ser que nadie te vea!
 Y ahora apagas las luces.
 Apagas las estrellas.
 Apagas el sol para no verme.
 Quiero irme a casa...
 Quiero irme a casa...
 Quiero irme a casa...
 Jugar con las almas siempre fue deporte del demonio.
 Me quito el sombrero.
 Reconozco una victoria cuando la veo.